Si desplazamos un diapasón de su posición de equilibrio y lo soltamos repentinamente, percibimos su sonido característico. Lo mismo sucede en la Tierra, un sismo consiste precisamente en la liberación repentina de los esfuerzos impuestos al terreno. De esta manera, la tierra es puesta en vibración. Esta vibración es debida a la propagación de ondas como en el caso del diapasón.
En un terremoto se transmiten ondas que viajan por el interior de la tierra. Siguen caminos curvos debido a la variada densidad y composición del interior de la Tierra. Este efecto es similar al de la refracción de ondas de luz. A este tipo de ondas se llaman ondas internas, centrales o de cuerpo, transmiten los temblores preliminares de un terremoto pero poseen poco poder destructivo. Las ondas de cuerpo son divididas en dos grupos: ondas primarias (P) y secundarias (S).
También se propagan ondas por la superficie. Son las que más tardan en llegar. Debido a su baja frecuencia provocan resonancia en edificios con mayor facilidad que las ondas de cuerpo causando los efectos más devastadores . Hay ondas superficiales de dos típos: de Rayleigh y de Love.
- Ondas Rayleigh también conocidas como rodillo de tierra, se desplazan como olas oceánicas sobre la superficie de la Tierra, moviendo la superficie del suelo hacia arriba y hacia abajo. Estas causan la mayoría de las vibraciones de la superficie del suelo durante un terremoto.
- Ondas de Love son ondas superficiales que se mueven de lado a lado.
- Ondas P: Estos son el tipo más rápido de onda sísmica. Cuando las ondas P se desplazan, la roca circundante se comprime y estira repetidamente.
- Ondas S: Estas ondas sísmicas llegan después que las ondas P porque viajan más lentamente. A medida que se desplaza transversalmente, la roca sube y baja, o se mueve de lado a lado.
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